La cura en psicoanálisis

Cura quiere decir, etimológicamente, cuidar u ocuparse de algo.
Recién a comienzos de la Edad Media el término “cura” se vinculó a la medicina y a la idea de eliminar un síntoma.

Y en este sentido original —en el sentido etimológico— el psicoanálisis sí cura.
Cura no en el sentido médico de atacar directamente un síntoma, sino en el sentido de ocuparse de aquello que lo causó, o incluso de lo que aún lo sostiene.

Curar no siempre significó sanar

Originalmente, curar no quería decir sanar.
Curar nació como una forma de nombrar un “ocuparse con atención”, un “cuidar del alma” (como también fue, en su origen, la función de los curas)

El psicoanálisis cura en ese sentido antiguo y profundo de la palabra: ocuparse de uno mismo con atención, asumir la propia historia y la responsabilidad de habitarla.

No para silenciar el síntoma, sino para alojarlo. Para que hable, para que resuena, para que algo se transforme.

La cura psicoanalítica como enfrentamiento con lo excluido

La cura psicoanalítica implica enfrentarse a esa parte de uno mismo que dejamos afuera para poder sostener lo que somos hoy, sin confundirnos demasiado, intentando tener alguna certeza de lo que somos.

Atravesar un proceso psicoanalítico es sacrificar una parte de nosotros,
es sacrificar una pasión:
la pasión de ignorancia del yo, que prefiere guardar bajo la alfombra lo que no coincide con su imagen.

Como dice Lacan,

“Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Porque podría llegar a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por ser verdad, no puede ya volver a entrar en la duda”

Lo que se pierde, lo que se gana

Pero se pierde algo para ganar otra cosa: salud mental.
El psicoanálisis, si bien está advertido de que la cura completa y la eliminación del malestar es imposible, apunta a curar en el sentido de lograr un saber hacer distinto con eso que causó el síntoma.

Porque el síntoma no es un enemigo a erradicar directamente.
Porque el síntoma no nació de la nada.

Lacan decía que detrás del síntoma hay un deseo inconsciente, enigmático, una x,
que el síntoma recubre como si fuese una máscara.

El síntoma analítico es un mensaje escrito en un lenguaje clandestino, un mensaje que no supimos decir o confesar de otro modo. Un modo singular en que el inconsciente insiste en ser oído.

En un tiempo donde se espera la solución inmediata, el psicoanálisis propone una pausa entre tanta velocidad, abrir un tiempo para comprender, para interrogarse, para asumir nuestra propia historia y desde esa asunción poder reescribirla.

Freud: la cura también es una inversión

Freud habla de los beneficios del psicoanálisis de la siguiente manera:

“Si computamos en total los incesantes costos de sanatorios y tratamiento médico,
y les contraponemos el incremento de la productividad y de la capacidad de procurarse el sustento que resultan de una cura analítica exitosa,
es lícito decir que los enfermos han hecho un buen negocio.
No hay en la vida nada más costoso que la enfermedad y …la estupidez.”

Está claro que no existe una cura absoluta. Siempre habrá un pequeño síntoma, o un pequeño malestar o sufrimiento que es ineliminable, por la condición misma de hablante.

Y también está claro que el psicoanálisis no promete una cura en el sentido médico o clínico de extirpar un síntoma. Su apuesta no es suprimir, sino propiciar una transformación subjetiva que, muchas veces, conlleva la caída del síntoma como efecto —no como objetivo directo— de ese trabajo.

Freud indica además que es un gran logro de la cura analítica cuando se consigue derivar por medio del recuerdo algo que el sujeto tendía a transmitir por medio de un acto, por medio de la repetición.

Lacan: curarse con la propia palabra

Lacan, por su parte, no sólo planteaba una dirección para la cura,
sino que además, en una entrevista en 1974 (en el año en que llevaba a cabo su Seminario 21), indicaba lo siguiente:

“El neurótico es un enfermo que se cura con la palabra,
sobre todo con su propia palabra.
Debe hablar, contar, explicar él mismo.
Freud define la cura como la asunción por parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está constituida por la palabra dirigida a otro.”

Curar, entonces, no es borrar lo que duele, sino permitir que se diga de otro modo.
Porque no es posible cambiar el pasado, pero sí la narrativa que armamos de ese pasado.

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