El sujeto está sujetado por el inconsciente
«De todos los errores, el de buena fe es el más imperdonable” decía Lacan en Escritos 1. Y es que el inconsciente, por más que se lo desconozca, actúa en nosotros y luego nos enteramos de ello por las consecuencias. Nos lleva a lugares, pensamientos y goces que pensamos que no tienen nada que ver con nuestra persona, que es una confusión, o que será el famoso destino que nos brinda una excusa para intentar borrar nuestra responsabilidad como sujetos del inconsciente.
La importancia de conocer nuestro inconsciente radica en dejar de actuar pasivamente frente a él y prestarle atención. Al respecto, indica Miller que «la manera de obrar del inconsciente les prohíbe, en efecto, invocar su buena fe, su buena intención, su alma bella. “No quise esto”, no vale la absolución. Sí, lo que hiciste, o que resulta de lo que hiciste, lo quisiste, porque lo que quisiste no lo sabes. Te lo enseñan las consecuencias. El hombre está condenado a no saber más que a posteriori lo que quiso» ( La ternura de los terroristas).
Miller explica que no hay liberación posible de las consecuencias de las tonterias del sujeto del inconsciente, y que esto se opone a la ética de la intención que siempre hace del sujeto un inocente.
«El inconsciente quiere decir: tus intenciones amables, tus ideas (…), todo eso es un disfraz. Son las consecuencias las que pesan, y de las que eres responsable» continúa Jacques Alain Miller.
Ya advertía Lacan que «de nuestra posición de sujetos somos siempre responsable». En tanto sujetos del inconsciente es preciso descifrarlo para no caer en la neurosis de destino, donde las cosas suceden por culpa del azar, del destino o por un tercero.
Matías Gonzalez.
Licenciado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA).