Los logros de nuestra vida
El camino es mucho mas interesante que la meta, porque nos enseña muchas más cosas, nos sorprende y nos ayuda a vivir más tranquilos.
Todos los grandes logros de nuestra vida implican atravesar un camino que conlleva una cuota de frustración: desde aprender a caminar, o andar en bicicleta hasta terminar el colegio o graduarse de una carrera. Los grandes logros de la vida se producen a través de procesos que llevan tiempo en donde hay frustración, angustia, sorpresas, alegrías, amores, enojos, duelos, procesos internos, pero que brindan el condimento que requiere toda vida, y que nos ayuda a conocernos siempre un poco más.
La experiencia de recorrer un camino
Muchas personas expresan su anhelo de conseguir ciertas metas, pero les resulta difícil enfocarse en el proceso debido a que ya están pensando en todo lo que falta para lograr la meta o las dificultades por las que van a tener que pasar para llegar a donde quieren llegar. Así, muchas veces llevan una vida en la que enfocan toda su energía en el objetivo pero olvidan el detenerse a vivir y disfrutar el camino que es necesario para llegar a dicha meta.
Por eso están, como dice Freud, los que fracasan cuando triunfan, y se deprimen al lograr la meta, o realizan acciones que perturban el cumplimiento del objetivo. Y es que además, lograr la meta conlleva algún grado de insatisfacción cuando caemos en la cuenta de que ese logro no termina de satisfacernos del todo, y que es necesario ponerse nuevas metas.
(Pueden leer el texto «Los que fracasan al triunfar» para ver la explicación completa de Freud).
Los caminos alternativos de la época actual
En la época actual, acompañada de los avances de las tecnologias, cada vez parece menos importante el camino y se intenta acelarar al máximo posible los procesos para llegar a la meta, y en todos los ámbitos de la vida: duelos que intentan hacerse en 3 días, relaciones afectivas de años que intentan olvidarse rápidamente, angustias y tristezas que intentan ser taponadas de inmediato, cursos para hablar ingles como un nativo en menos de tres meses, pastillas para adelgazar rápidamente, etcétera.
Esta aceleración del camino, acompañado de los discursos predominantes de la actualidad de que hay que ser feliz como sea, que no se puede estar triste, que no hay que tener arrugas, ni pancita, y que va empujando a las personas a la búsqueda de procesos en donde se evita todo tipo de fallas, todo tipo de conflicto o tristeza.
Según Lacan, el superyó de la época nos ordena lo siguiente: ¡Goza!. Y aquellos que no gocen lo más pronto posible, serán castigados con la culpa.
Así, estamos en una época donde se prioriza el gozar constantemente y evitar todo lo que pueda producir malestar. Cuestión que puede observarse también en el amor, como lo explica Silvia Ons en una entrevista en Otra Trama: «El imperativo de la felicidad atenta contra las relaciones. Las parejas duran poco por los imperativos, el imperativo de gozar permanentemente hace que no se tolere ningún tipo de deflación de parte del otro, ninguna frustración. ‘Debo gozar todo el tiempo’, entonces si el otro no me lo permite o el otro no me brinda eso, lo dejo, lo desecho».
La meta de toda vida es la muerte
Podría pensarse también la idea del camino y de la meta desde la óptica de Freud: para Freud la meta de la vida es la muerte, y en ese sentido todo lo que hacemos hasta llegar a la muerte es parte del camino. Por eso, es necesario hacer la experiencia de recorrer y disfrutar el camino, porque cuando lleguemos a la meta, se termina nuestro camino -al menos tal como lo conocemos en el mundo terrenal.
Les comparto a continuación dos citas de Freud de su libro «Más allá del principio de placer«:
-«Si nos es lícito admitir como experiencia sin excepciones que todo lo vivo muere, regresa a lo inorgánico, por razones internas, no podemos decir otra cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo.”
-“Contradirían la naturaleza conservadora de las pulsiones el que la meta de la vida fuera un estado nunca alcanzado antes. Ha de ser más bien un estado antiguo, inicial, que lo vivo abandonó una vez y al que aspira a regresar por todos los rodeos de la evolución”.
Matías Gonzalez.
Licenciado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA).