La creatividad como herramienta para lidiar con el malestar

El malestar en la cultura

Freud afirma que en el ser humano hay un malestar que es ineliminable por el hecho de estar inmersos en una cultura que nos demanda, nos exige, nos prohíbe, nos limita, con el fin de poder convivir en sociedad.

A partir de este malestar, el ser humano se las ha ingeniado para intentar tramitarlo desde los más diversos modos, algunos más saludables, otros más peligrosos, pero desde que el ser humano está inmerso en la cultura ha tenido que hacer algo con ese malestar del que nadie puede escapar.

Por este motivo, la felicidad completa y eterna, así como la satisfacción plena, no existe para el ser humano. Siempre queda un resto de insatisfacción, siempre queda en la sombra un malestar que asoma y que está listo para aparecer en cualquier momento de nuestra vida (y la muerte es un gran ejemplo de eso). Nada más terrible que enfrentar la muerte inesperada, de repente, de un ser querido.

Lacan, en el mismo sentido, propone que en el ser humano hay un malestar porque es parte de un sistema de lenguaje, hay un malestar por el hecho de que el ser humano habla, es un ser hablante que al entrar al lenguaje -a lo que él llama los desfiladeros del significante- ha perdido un saber instintivo, ha perdido el objeto que supuestamente lo completaría, siempre queda un resto, algo que falta:

«Desde el momento en que el ser humano habla, estamos perdidos, se acabó esa perfección, armónica, de la copulación.” (Jacques Lacan, en «El reverso del Psicoanálisis»).

Desde que hablamos, ya no tenemos instinto, sino pulsión (Esto es lo que está en la base de las infinitas variaciones, perversiones y singularidades de la sexualidad humana).

Desde que hablamos, ya no está el instinto como saber único que guía nuestra conducta, sino que aparecen los discursos:

“Una especie animal tiene su brújula natural que es única. En la especie humana, las brújulas son múltiples, son los montajes significantes de los discursos. Ellos dicen lo que hay que hacer: Cómo pensar, cómo gozar, cómo reproducirse” (Jacques Alain Miller).

La incompletud que nos habita

Lacan viene a mostrar que en nuestra estructura hay una falla, una falta estructural, somos seres incompletos, hay una falta que no puede llenarse con nada, siempre queda un resto de incompletud, que nos hace caminar -y aprender a caminar-, que nos hace armarnos un yo ante el desamparo y la falta de saber quienes somos, nos hace amar, desear, gozar, sentir angustia. Y esta falta, que es estructural, es además la fuente de nuestra creatividad.
Hay algo que pulsa en nosotros a partir de esa falta que es estructural, algo pulsa, algo del orden de lo pulsional, que trae significantes, que aporta pensamientos, que aporta emociones, y que en una relación dinámica subjetiva lo vamos transformando, integrandolo a nuestra historia, reprimiendolo, negandolo, ignorandolo, entre otras formas defensivas ante aquello que pulsa y que pone en riesgo nuestra imagen yoica.

En definitiva, tanto a nivel sociedad, como a nivel del individuo, nos vamos organizando alrededor de una falta estructural, y de aquello que pulsa a partir de esa falta.

Las formas de organizarse alrededor de la falta, del deseo, del malestar, van mudando a lo largo de la historia.

Como veremos en el curso online «Del malestar a la creatividad», la organización varía desde los antiguos griegos, la época de Freud y la época actual, en cada época histórica con sus diferentes formas de lidiar con el sufrimiento y de organizarse alrededor de la falta

La creatividad como herramienta para la salud mental

La creatividad es una herramienta fundamental para lograr un saber hacer con la falta que sea interesante para nuestra vida y otorgue beneficios a nuestra salud mental.

Tanto Freud, como Lacan, se dedicaron a estudiar las diferentes formas artísticas y creativas, analizando la poesía, los poetas, los actores, las pinturas, la música, las esculturas, la literatura.

La capacidad creativa y la creación poética, son rasgos universales de los seres humanos: “harto a menudo nos aseguran que en todo hombre se esconde un poeta, y que el último poeta sólo desaparecerá con el último de los hombres”.

Freud sostenía que el arte permite tramitar ciertos deseos insatisfechos y fantasías inconscientes. Tanto el artista, como el poeta, como el psicoanálisis, convocan un saber más allá del saber consciente, un saber que retorna desde las marcas de nuestra infancia y que se articula de forma novedosa, y que encuentra una forma de ser expresado a través de la asociación libre del poeta, o del dispositivo psicoanalítico: “El poeta (…) dirige su atención a lo inconsciente de su propio psiquismo (…) y les permite llegar a la expresión estética en lugar de reprimirlos por medio de la crítica consciente”. (El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen).

Si deseas explorar más sobre el malestar y cómo es posible transformarlo en creatividad, inscríbete en nuestro curso online «Del malestar a la creatividad» que comienza el 1 de julio. Para más información ingresa al siguiente link:

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