La importancia de las palabras en la obra de Freud
Freud descubrió en sus pacientes que las palabras tenían efectos graves en sus vidas, se encontró con cuerpos que representaban una verdad ignorada a través de sus síntomas.
En la presentación de sus diferentes casos clínicos, Freud muestra cómo el intento de tapar, olvidar y reprimir el pasado sólo genera síntomas y sufrimiento por el retorno de lo reprimido y que es necesario recordar y vivenciar ese dolor del pasado para poder introducirlo en el presente de una forma accesible y así reelaborarlo para poder incluirlo en nuestra historia de una forma creativa y que genere menos sufrimiento.
Lo no dicho, lo que no se reelabora, lo que se intenta aislar completamente de la memoria como si no hubiera sucedido, no desaparece de nuestra psiquis sino que más bien se convierte en distintas formaciones del inconsciente que perturban nuestro presente. Lacan explica que el inconsciente es un pensar con palabras, con pensamientos que escapan a la vigilancia de nuestra atención, “es como si un diablillo jugara con su atención» (2).
Es muy conocida la famosa frase de Freud: «Las emociones inexpresadas nunca mueren , son enterradas vivas y salen mas tarde de peores formas«.
El inconsciente estructurado como un lenguaje, según Jacques Lacan
Siguiendo a Freud, Jacques Lacan se permitió decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, y que los significantes con los que fue nombrado el cachorro humano funda la historia del sujeto. Lacan lo dice así: “Los padres modelan al sujeto en esta función que intitulo como simbolismo. Lo que estrictamente quiere decir, (…) que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar no puede más que llevar la marca del modo bajo el cual los padres lo han aceptado” (1). Por ello, cada sujeto es diferente, singular, y no podemos educar al sujeto a que actúe como a nosotros nos parece mejor, como plantean muchas terapias ya que el inconsciente no es el mismo para todos.
“Dolencias son palabras no dichas” decía Lacan, por eso es necesario hacer algo con ellas. Y un buen ejemplo es Joyce, escritor que mantuvo estabilizada su estructura psicótica a través de la escritura. A este escritor se le imponían diferentes palabras, y hasta palabras que no tenían sentido llamadas neologismos. Así, escribió diferentes libros muy interesantes y difíciles de entender, logrando un saber hacer con eso que no lo dejaba vivir, que era insoportable, creando algo que tiene un valor social.
La clínica lacaniana muestra que los sujetos suelen identificarse a un significante, una frase, que los define. Existen diversos casos de sujetos identificados a “soy una mierda”, “soy el nene de mamá”, “soy macho”, significantes que llevan a los sujetos a comportarse, ubicarse y hasta petrificarse en una posición subjetiva que responde a esta alienación. (Mirá el video en Youtube sobre alienación y separación en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=hlwoWGgrDNw&t=196s)
Lacan expresaba esto diciendo “soy donde no pienso”: cuando uno es, no hay lugar para pensar, no hay lugar para la duda de esa posición en la que se está ubicado, porque hay un saber fijo que lo está representando. En cambio, ahí donde se piensa, no soy, en tanto que el sujeto ha perdido el saber instintivo, y por lo tanto no hay un saber absoluto y no hay una forma de fija de ser que se grabe de una vez y para siempre, ya que la vida misma nos obliga a transformarnos.
Por su parte, la autora de la frase de cabecera de este artículo, Marilda Rosa, psicoanalista y musicoterapeuta afirma que: «cuando usted cambia el modo de observar las cosas, las cosas que usted observa cambian. En fin, lo que consume su mente, controla su vida» (3).
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FUENTE:
(1) Jacques Lacan – Conferencia en Ginebra sobre el síntoma (lo encuentran en PDF googleando).
(2) Jacques Lacan – Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto. – Baltimore, USA, 1966.
(3) O vigilante online – Musicoterapia e psicanálise caminham juntas no tratamento de doencas mentales e problemas psicossomáticos
Matías Gonzalez.
Licenciado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
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