La tercera edad y la sociedad

Personas mayores

La vida no es fácil para la gente mayor diariamente y menos aún con el nuevo virus, lo que pone en una situación de responsabilidad a las personas que tienen el menor riesgo de muerte, en tanto deben cuidar a los que siempre los cuidaron, nuestros viejos.

La tercera edad y el discurso social

La licenciada Mónica Laszewicki en su artículo “La vejez, la memoria y la piel” explica que «estamos ante un sistema de violencia ejercido sobre las personas mayores que se constituye también como violencia simbólica, en la medida que el discurso social se va construyendo desde mitos y prejuicios que somete al viejo al lugar de sujeto enfermo, discapacitado, deteriorado y asexuado». Además, menciona que nuestra estructura social vincula vejez con enfermedad, lo que es interiorizado por los propios ancianos constituyendo factores traumáticos.

«La respuesta subjetiva del anciano es la identificación con este lugar marginal donde el malestar interno puede expresarse a través de la enfermedad (…). El adulto mayor ofrece entonces su cuerpo en sacrificio de aquello que ha perdido valor y retorna a través de la enfermedad buscando ligarse a los demás, estar desesperadamente vivos, demandando ser mirado, tocado, escuchado en su dolor» afirma Laszewicki.

Cuidar a los que nos cuidaron

Es necesario brindarles apoyo, involucrar a los abuelos en nuestras charlas y darle valor a lo que tienen para decir, fomentar las actividades artísticas, la creatividad y los vínculos sociales.

De la llegada del coronavirus, si es que puede sacarse algo positivo, es el volver a poner la mirada en las personas mayores. Hoy, con el virus en expansión, los debemos ayudar –sin caer en el miedo excesivo ni en la paranoia- haciendo lo que nos aconsejan los especialistas para evitar el riesgo de contagio, y brindando ayuda a estas personas de mayor riesgo para que salgan lo mínimo posible de sus casas, facilitándoles las compras del supermercado o farmacia.

Fuente:

Mónica Laszewicki – «La vejez, la memoria y la piel».  CLICK AQUÍ para leer el artículo completo en elpsicoanalitico.com.ar

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