Del amor infantil al amor en la adultez
El amor infantil como ilusión de completud
En la más temprana infancia, “el amor infantil es desmedido, pide exclusividad, no se contenta con parcialidades”, donde uno es todo para el otro y cree que el otro es todo para uno, en una especie de fusión madre-hijo. El amor infantil busca exclusividad, totalidad, “ser el único”, “ser la única”.
En este momento, el bebe tendría un sentimiento de omnipotencia porque el otro satisface todo lo que “necesita”, es lo que se conoce como “narcisismo primario”, etapa necesaria para el desarrollo saludable del niño. Es la etapa en el que el bebe representa el lugar de «Su majestad», todos los cumplidos son para él y toda la familia responde a él.
La frustración que permite un amor por fuera de la familia
Sin embargo, es necesario que este amor infantil que provoca la ilusión de ser uno con el otro, un amor total, completo, se vea frustrado, imposibilitado.
Según Freud, en cierto momento y en el mejor de los casos, el niño se ve forzado a renunciar a la exclusividad del amor de la madre, debido a su imposibilidad de satisfacción plena y a los celos con hermanitos, su padre y otras personas, permitiendo con ello la posibilidad de buscar otros amores además del materno.
En un segundo momento, camino a la adultez, es preciso que esto caiga, que pueda moverse de ese lugar de perfección y majestad en el que, en el mejor de los casos, lo pusieron los padres. Es lo que se llama como aceptar la castración, aceptar que en el amor hay limites, que el otro es alguien más allá de la relación con nosotros y de que nosotros somos alguien mas allá de la relación con ese otro.
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El enamoramiento y el amor después de la idealización
El enamoramiento y la idealización se parecen al amor infantil, es algo así como un intento de revivir inconscientemente este amor ideal, de fusión entre dos, satisface el deseo infantil de ser amado y mirado de forma única, exclusiva y total (la más parecida a como fuimos amados o a como nos hubieran gustado que nos amen).
El amor adulto, en cambio, para que pueda sostenerse una vez caida la idealización primera del enamoramiento, necesita que ese narcisismo se vea frustrado, agujereado, que se encuentre con que la satisfacción nunca va a ser completa y que no es posible tenerlo todo, es encontrarse con la verdad angustiante pero liberadora de que no somos todo para el otro y que el otro no es todo para nosotros.
Matías Gonzalez.
Licenciado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA).