Si antes cierta información era escondida, quedando censurada para que nadie haga uso de ella, ahora hay un exceso de información.
La información aparece de manera abusiva, por todos lados, «disponemos de más opciones que nunca» generando la distracción a la que se refiere Harari que no nos permite elegir la información que realmente es valiosa y/o verdadera.
¿Cuáles son las consecuencias de esta «infoxicación»?
La época de la tecnología es la época de la inmediatez, todos quieren leer poco, variado y rápido, y esto sin duda tiene efectos en la subjetividad. La ansiedad es uno de los efectos y esto se observa desde la incapacidad de distintas personas para sostener una terapia y conocerse a sí mismos a través del arduo y duradero trabajo que conlleva, hasta la necesidad imperiosa de consumir cualquier medicación o distracción que le permita reprimir la angustia y el malestar.
La libertad es cada vez menor, se niega la angustia propia de la falta estructural del ser hablante y se nos engaña con que es posible llenarla con el discurso de una supuesta verdadera felicidad, con diferentes objetos que se nos ofrecen desenfrenadamente para nuestro goce y distracción: drogas, televisión, pornografía, redes sociales, entre otros objetos de consumo.
La mente humana en peligro, según Harari
El filósofo e historiador Yuval Noah Harari advierte que la mente humana está en peligro y que debemos preocuparnos por la guerra tecnológica, en tanto los “gobiernos tendrán la habilidad de hackear a los seres humanos; lo realmente importante será hackear las mentes humanas. (…) Con suficientes datos y poder de cómputo, se puede hackear personas y comprenderlas mejor de lo que se entienden a sí mismas. Luego, se pueden predecir sus elecciones, manipular sus deseos y venderles todo lo que desee, ya sea un producto o un político. Esto significa que los datos se están convirtiendo en el activo más importante del mundo, y que la cuestión política más importante de nuestro tiempo es quién controla los datos” (Conferencia de Harari en Davos, Suiza).
Matías Gonzalez.
Licenciado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA).